En Japón se realizó
una industrialización acelerada a partir de la revolución nacional Meiji
(1867-1912), que acabó con la organización feudal de la sociedad y organizó la
educación, el ejército, la hacienda pública, los ferrocarriles, etcétera,
siguiendo modelos occidentales.
Un fuerte crecimiento
demográfico proporcionó mano de obra barata a las grandes compañías
industriales y financieras, organizadas según el modelo de los trusts
estadounidenses, a pesar de sus orígenes familiares. Japón inició su expansión
territorial a partir de 1875, año cuando firmó un acuerdo con el imperio ruso,
que le cedió las islas Kuriles a cambio de la isla de Sajalín. Por esa época
ocupó también las islas Ryukyu.
Su intervención en
Corea provocó la guerra con China (1894-1895), arrebatándole Formosa y Port
Arthur, además de conseguir la "independencia" de Corea, que quedaría
bajo su influencia.
Pero se convirtió en
una gran potencia imperialista cuando derrotó a los rusos y les destruyó su
flota, consiguiendo por la paz de Portsmouth —que finalizó la guerra
ruso-japonesa— la mitad sur de la isla de Sajalín, y los protectorados sobre el
sur de Manchuria y Corea, que sería anexionada finalmente en 1910.
ANTECEDENTES
HISTÓRICOS: Al comenzar el siglo XIX, Japón no tenía ningún tipo
de relaciones con Occidente. El poder económico y político estaba en manos de
grandes señores feudales. Existía un emperador, pero sólo era una figura
decorativa ya que prácticamente no tenía autoridad sobre los señores.
A fines de la década
de 1850 y principios de 1860 parecía como que Japón siguiera los pasos de
China, los cuales quedaban marcados por esferas de influencia de las agresivas
potencias occidente transformación extraordinariamente rápida, sin embargo,
produjo un resultado muy diferente.
Antes de 1868, el
shogun, poderoso jefe militar que ejercía hereditariamente el mando, asistido
por guerreros de la nobleza conocidos como samurais, ostentaba el
poder ejecutivo y controlaba la administración del país. Las funciones del
emperador, en cambio, eran principalmente religiosas.
Después de las
concesiones del shogun a las naciones occidentales, el sentimiento xenófobo dio
origen a una revuelta de los samurais en 1867 y a la
restauración del emperador como cabeza legítima del gobierno. El nuevo
emperador era entonces el astuto, dinámico y joven Mina (1867-1912), quien dio
el nombre de Meiji (Gobierno Iluminado) a su dinastía. Los nuevos jefes,
controlados por el emperador, inauguraban ahora una extraordinaria
transformación de Japón que se conoció a partir de entonces como la
Restauración Meiji.
LAS TRANSFORMACIONES: En plena etapa de expansión comercial y territorial del
capitalismo, Gran Bretaña, Estados Unidos y Holanda le exigieron a Japón la
cesión de ventajas económicas. Por ello, hacia mediados del siglo XIX, Japón
fue “invadida” por comerciantes y mercaderes occidentales. Frente a esta
situación, el gobierno imperial realizó profundas reformas que crearon un nuevo
Estado en el Japón.
En 1868 el emperador
Mutsu-Hito Meiji asumió el control político de todo el país. Obligó a los
señores feudales a entregar sus tierras y los nombró como gobernadores de
provincia a sueldo del imperio. Abolió la servidumbre, entregó tierras en
arrendamiento para el cultivo, estableció el servicio militar obligatorio,
terminando así con los ejércitos privados.
También en este
período —llamado la era Meiji (1868-1912)— se impulsaron nuevas actividades
económicas. Debido a la escasez de hierro y de carbón, las primeras industrias
que se desarrollaron fueron las del algodón y de la seda. No requerían una gran
maquinaria, pero sí una abundante mano de obra.
Con el tiempo, el
crecimiento de estas actividades permitió a Japón acumular capitales para luego
desarrollar otras industrias.
Se abolió el feudalismo, se erradicaron las restricciones sobre el
comercio exterior y a los cristianos, antaño víctimas de persecución y tortura,
se les permitió practicar su religión. Grupos de japoneses visitaron Estados
Unidos y Europa. Estudiaron las instituciones estatales, para elegir los
métodos que mejor se adaptaran a las necesidades de su país. La constitución
estuvo especialmente influida por la de Alemania; y el sistema penal fue una
adaptación del francés.
En lo político,
también penetraron las ideas liberales de Occidente, aunque perduraron
características orientales —el emperador era considerado una finura divina— se
estableció una monarquía constitucional hereditaria y dos cámaras de
representantes. El emperador se constituyó en la suprema autoridad.
Este proceso de
reformas liberales, que duró algunas décadas, le otorgó al Japón un lugar en el
mundo capitalista e impidió que se convirtiera en una colonia de Occidente.
![Descripción: era meiji](file:///C:\Windows\Temp\msohtmlclip1\01\clip_image002.jpg)
Occidente y Japón: En su intento por modernizarse, los japoneses
absorbieron y adaptaron los métodos occidentales. También recibieron la
influencia de la cultura occidental a través de las modas en los círculos
elitistas. Incluso el béisbol importado de Estados Unidos. Este cuadro japonés
de 1889 muestra un recital musical en una escuela de música en Tokio. Los
músicos y cantantes visten ropas occidentales e interpretan música occidental.
Los japoneses
realizaron un esfuerzo concertado para cubrir el atraso tecnológico entre su
país y Occidente. Se llevaron extranjeros a quienes pagaron espléndidos
salarios para que impartieran sus conocimientos tecnológicos, en tanto que
salían grupos al extranjero, para aprender todo lo que pudieran acerca de una
gran variedad de temas.
La construcción del
primer tren fue un acontecimiento muy significativo, y poco después llegaron
los barcos de vapor, los trenes, los telégrafos y servicios postales. Las
construcciones se hicieron de ladrillos y se abandonó la madera y el bambú. En
1890 Tokio tuvo el primer edificio en altura de 12 pisos con un elevador que
transportaba visitantes hasta el octavo piso.
"El comodoro
Perry llegó a Japón con cuatro barcos de guerra y una carta del presidente estadounidense
dirigida al emperador. La misiva prometía relaciones amistosas, pero también
encerraba amenazas veladas; señalaba la resolución de Estados Unidos de
penetrar en Japón.
Los japoneses
demostraron gran curiosidad por los recién llegados. Perry lo narró así:
"Seguían a mis hombres y oficiales por todas partes, examinaban el equipo
y mostraban el deseo de obtener alguno de sus botones." Los admitidos a
bordo "miraban en todas direcciones, medían cada rincón y elaboraban
bosquejos".
Perry se asombró de
que los niños aprendieran desde la más tierna edad a inclinar reverentes las
rapadas cabezas, de que las mujeres tuvieran los dientes negros, e incluso de
que los calcetines estuvieran "hechos para separar el pulgar de los otros
cuatro dedos". Notó que en las ventanas había papel aceitado en vez de
vidrios, que los japoneses rara vez se sentaban en sillas o bancos y que los
luchadores de sumo eran "engordados como toros". La comida "no
merecía elogio", pues consistía en "sopas espesas o estofados aguados"
de pescado, y en rarezas como "un budín cuadrado, con la consistencia del
flan".
Poco tiempo después,
se inició la moda occidental entre los japoneses acomodados. Importaron
máquinas de coser para confeccionar ropas a la usanza occidental. Los progresistas
lucían trajes, peinados y zapatos occidentales, y quienes preferían los kimonos
portaban sombreros extranjeros. Las hijas de las familias ricas asistían a los
bailes, las geishas tocaban el violín y... y el béisbol se popularizaba."
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